La señora Juana, Juanita como la llamaban, fue una mujer avanzada para su época: a los 17 años dejó su querido Reque (Chiclayo) para forjarse un futuro profesional, y dejó con mucha pena a su familia, pero ella tenía ese destino escrito por ella misma: ser una enfermera anestesista, una profesional y sí que lo logró pues incluso fue parte del equipo de enfermeras fundadoras del Hospital Edgardo Rebagliati. Hasta el último día de vida ella contaba sus experiencias pues siempre le apasiono su profesión y trabajo.
Ella mostraba su amor y cariño con acciones más que con palabras, muy formada en la Fe Católica, habiendo estudiado con las Madres Dominicas en el Colegio Nuestra Señora del Rosario de Chiclayo y con las Hermanas de la Caridad en la Escuela de Enfermeras Daniel Alcides Carrion. Su máximo cariño lo mostraba dando un golpecito con la palma de la mano en la espalda o brazo. Era seria pero también sabia bromear y reírse como lo haría cualquier dama tradicional. Siempre estaba dispuesta a atender a las personas, ese era su estilo de vida. Su firmeza se notaba también en su carácter, de ideas firmes era difícil de hacerla cambiar de parecer, pero siempre escuchaba y era muy agradable conversar con ella.
Juanita fue una buena mujer, una hija ejemplar, hermana muy cariñosa y dedicada, madre preocupada y amorosa y una esposa dedicada a su esposo con quien compartió 47 años de matrimonio quedando viuda hace 10 años.
Hoy la señora Juanita debe estar disfrutando de su nueva vida junto a su esposo, sus hermanas queridas y sus papas a los cuales ella amaba con mucha fuerza; para nosotros ella es un nuevo Ángel que nos cuidará y guiará por siempre.
AYY OSCAR, ERES LOCO (y se sonreía..).
Esas eran las palabras de mi querida suegra cada vez que le contaba historias y cosas que solía hacer o aun hago y que, a ella, con una personalidad totalmente opuesta a la mía, le parecían locuras; pero lo p
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¡Mamita, siempre en mi corazón!!
Maritza Mollo
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AYY OSCAR, ERES LOCO (y se sonreía..).
Esas eran las palabras de mi querida suegra cada vez que le contaba historias y cosas que solía hacer o aun hago y que, a ella, con una personalidad totalmente opuesta a la mía, le parecían locuras; pero lo p